El Día del Soltero surgió en 1993 en una universidad de China casi como una broma para festejar, incluso con regalos, que no se tenía pareja. Sin embargo, ha terminado por convertirse en una suerte de celebración mundial cada 11 de noviembre. No tener pareja implica, en numerosas ocasiones, vivir solo. Y esto, a priori, puede presentarse como una oportunidad… o como una necesidad. El concepto puede ser en sí mismo tan apetecible como detestable. Todo depende de las circunstancias en las que se dé esa soledad. Tiene su lado bueno y su lado malo, como vamos a ver a continuación.
Ventajas de vivir solo
Tú tomas todas las decisiones
Sobre qué hacer de comer, sobre la decoración o el sentido del orden… Vivir solo te hace responsable de todas tus decisiones y te evita quebraderos de cabeza para alcanzar acuerdos.
No tienes que dar explicaciones a nadie
Tus horarios son tuyos y, por tanto, escoges si sales o no, con quién y sobre todo, hasta cuándo, porque no tienes que coordinarte con tu pareja o compañero/a de piso, para hacerlo.
Te da espacio para la reflexión
Cuando estamos rodeados de gente, la interacción surge en cualquier momento. Y a veces el propio ruido nos impide conectarnos con nuestro yo más íntimo, el que nos hace pensar, reflexionar y crecer como personas.
Se desarrolla un mayor sentido de la responsabilidad
Cuando solo tú estás al frente de todo y sabes que no hay nadie respaldándote, desarrollas una mayor capacidad de organización y responsabilidad. Eso influye en todo, desde pagar facturas hasta gestionar tu tiempo.
Te permite tener una vida social más activa
¿Quién dijo que vivir solo te hacía una persona solitaria? Al contrario: al manejar los tiempos, puedes elegir cuándo y con quién quedar. El cien por cien de tu ocio con personas lo decides tú. ¡Hasta puedes irte solo de vacaciones!
Desventajas de vivir solo
Es más caro
Es, quizá, la principal. El mundo no está hecho para los solitarios, y hay muchos gastos que prácticamente no varían entre ser uno o ser más de uno.
A veces la soledad es no deseada
Según el INE, de los casi 5 millones de personas que vivían solas en 2020, más de dos millones eran mayores de 65 años. De ellos, alrededor de un millón y medio eran mujeres. Esto nos hace pensar en la cara más triste de vivir solo: si lo has elegido es genial, pero si lo estás porque has enviudado es distinto.
Vivir solo hace que desarrolles manías
Cuando te acostumbras a la soledad, te gusta ordenar los objetos de una manera determinada, irte a la cama a una hora determinada… En definitiva, tener manías absurdas que, llegado el momento de compartir techo, complican la convivencia.
Puedes llegar a ser más desordenado
Cuando no tienes que rendir cuentas a nadie sobre el estado de tu casa puedes convertirte en alguien desordenado. ¡Los quehaceres domésticos no le gustan a casi nadie!
Sí, hay ratos aburridos
Esa chispa que da vivir con alguien, las conversaciones, las risas juntos…, desaparecen al vivir solo. Y claro, puede haber momentos en los que el aburrimiento o la soledad, puede hacer acto de presencia.