Como cada sábado, nos hemos reunido para comer en familia en casa o en nuestro restaurante favorito. Y, como de costumbre, lo estamos disfrutando como la primera vez, en perfecta armonía. Hay risas, recuerdos y comentarios jocosos que no hacen ningún mal a nadie. Pero como en toda familia que se precie, ocasionalmente surgen momentos de conflicto, pequeños roces o discusiones por cerrar que parecen querer poner un borrón a nuestro querido encuentro familiar. ¿Cómo podemos resolver esos conflictos familiares?
Aunque no hablamos de la guerra entre las potencias del Eje y el frente de los Aliados -al menos no generalmente-, estos conflictos pueden resultar difíciles de manejar en el seno de la familia. De hecho, es de lo más normal. Tener que afrontar conflictos familiares es algo frecuente que nos puede suceder a todos: desde problemas menores hasta conflictos de mayor envergadura, los conflictos entre miembros de una misma familia están a la orden del día.
Si quieres estar un poco más preparado para saber cómo resolver los conflictos familiares como un órgano mediador de pleno derecho, o simplemente te parece buena idea aprender a lidiar con estas situaciones que, pese a no poner en riesgo nuestros lazos familiares, no son plato de buen gusto, sigue leyendo y descubrirás las claves para resolver los conflictos familiares.
CUANDO LAS COSAS TOMAN UN RUMBO DELICADO
Todo va bien hasta que la tensión empieza a sentirse cada vez más palpable en el ambiente. Entre ensaladeras, aderezos y segundos platos -y tal vez algún que otro vino de por medio-, dos de los presentes empiezan a dominar la conversación mientras el resto de los familiares empiezan a esperarse lo peor, ¡bomba de relojería! Por fin tuvo que salir a colación el tema que siempre trae problemas a la mesa.
Y si bien entre familiares directos puede resultar más fácil enterrar el hacha y fumar la pipa de la paz –todos sabemos cómo se pone el hermano mediano con estos temas-, el problema se hace mayor cuando entre los asistentes se encuentran personas con las que no mantenemos una relación tan íntima: cuñados o cuñadas, suegros, tíos políticos, etc.
En este segundo caso, puede que una vez superado el conflicto -pese a mantener la cordialidad con ese suegro o cuñado-, un sentimiento de desconfianza quede soterrado bajo la superficie para volver a ver la luz en cualquier momento. Si elegimos sacar el tema, puede acabar resultando peor el remedio que la enfermedad…pero evitarlo tampoco parece una buena solución.
CÓMO RESOLVER LOS CONFLICTOS FAMILIARES: CLAVES Y EJEMPLOS
Lo bueno es que, como todo en la vida, los conflictos familiares también tienen una solución. Si llega el caso, trata de poner todos tus esfuerzos en encontrarle una solución pacífica al conflicto, por mucho que el resto de implicados se resista a tomar esta vía, ¡que alguno se resistirá!
Quitarle hierro al asunto de manera elegante o dar a cada uno de los implicados su parte de razón son otras de las claves que funcionan para resolver este tipo de conflictos familiares. Pongamos como ejemplo el caso de estar siendo culpados por algo con lo que no estamos de acuerdo. En lugar de adoptar una actitud defensiva, intentaremos responder con expresiones como “entiendo lo que comentas”, o “puedes tener parte de la razón” que abrirán eventualmente una línea de conversación más productiva y menos beligerante.
Aparte, hay otras tantas buenas prácticas a las que puedes recurrir para resolver los conflictos familiares con resultado feliz para todos:
Por ejemplo:
Centrarse en el problema, no en las personas: es decir, evitar en lo posible abandonar el problema real que causó el conflicto para centrar en culpar a las personas que consideramos responsables.
¡Morderse la lengua! Es decir, pensárnoslo dos veces antes de dar una respuesta que pueda ser fruto de la desesperación o la frustración. Unos segundos de reflexión antes de hablar pueden hacer maravillas a la hora de poner un desenlace cordial a un conflicto familiar.
Escuchar no es sinónimo de acatar u obedecer: en muchas ocasiones nos cuesta callarnos porque pensamos estar siendo sometidos con ello al criterio de la otra persona. Al contrario, escuchar los argumentos de la parte opuesta es una gran cualidad a la hora de manejar cualquier tipo de conflicto familiar.
Con estos ingredientes y una voluntad conciliadora, no nos cabe ninguna duda de que podrás solucionar con éxito cualquier conflicto que pueda tener lugar en el seno de tu familia. Y ante todo…mucha calma.