Muy a menudo tendemos a pensar que los problemas de salud mental se limitan solo a aquellas personas que padecen algún tipo de enfermedad mental. Y no hay nada más alejado de la realidad: hay muchas formas en las que podemos experimentar problemas que afecten a nuestra salud mental, que se pueden tratar y cuidar si tenemos las herramientas para hacerlo, como veremos a continuación.
Un ejemplo es el de aquellos deportistas de élite que, sometidos a unos elevados niveles de presión, ven afectado su rendimiento (y no solo sobre la cancha, sino también en su vida personal) hasta el punto de tener que hacer un alto en su carrera deportiva para recuperar su salud mental. El alto nivel de exigencia al que se ven expuestos, las expectativas depositadas en ellos o sus altas nóminas pueden hacerles sufrir un pinchazo mental en cualquier momento.
Aun así, la realidad es que los deportistas de primer nivel no son los únicos sometidos al estrés del día a día. Todos, de una forma u otra, tenemos que enfrentarnos a situaciones de estrés que, ocasionalmente, pueden llevarnos a nuestros límites: familia, trabajo, amigos, etc., muchas cosas para las que queremos estar a la altura en todo momento.
LIDIAR CON LOS RETOS DEL DÍA A DÍA
La salud mental hace referencia a nuestro bienestar emocional, psicológico y social, y afecta la manera en la que pensamos, sentimos y actuamos en nuestro día a día. Además, resulta determinante para definir cómo manejamos el estrés que nos rodea, cómo nos relacionamos con los demás y qué decisiones tomamos.
Las responsabilidades en nuestro trabajo, las expectativas que generamos para nuestro futuro, las obligaciones familiares, etc., (y muchas más cosas que cargamos cada día sobre los hombros) nos hacen a menudo atravesar épocas difíciles en las que nuestra motivación puede verse afectada, o donde sentimos que los ánimos no nos acompañan.
Aunque muchas personas pueden optar por suprimir esas emociones negativas, esta podría no ser la mejor opción si queremos gozar de una buena salud mental. Así lo recoge un estudio realizado al respecto (When Feeling Bad Can Be Good), en el que se plantea que aquellas personas que se prefieren confrontar la negatividad para encontrar el lado positivo ante ese tipo de situaciones gozan de un mejor estado de salud a largo plazo.
La incertidumbre
Una de las situaciones de estrés a las que nos tenemos que enfrentar con más frecuencia es, sin ir más lejos, la de gestionar la incertidumbre. De hecho, la incertidumbre ha demostrado ser un factor de estrés cognitivo y psicológico importante, de forma que las personas que son intolerantes a ella (y que tienden a percibirla como estresante) tienen más posibilidades de responder negativamente a nivel emocional, cognitivo y conductual.
Lo cierto es que -ahora más que nunca, en plena pandemia mundial- vivimos rodeados de incertidumbre: ¿qué será de mi trabajo?, ¿y de mi salud? O más estresante aún, ¿qué será de la salud de mis seres queridos?, ¿qué nos depara este futuro tan caprichosamente incierto? La incertidumbre es una parte inseparable del proceso en el que pasamos de niños a adultos, y aprender a tolerarla es algo que debemos trabajar como cualquier otra cualidad.
LA IMPORTANCIA DE LA RESILIENCIA PARA UNA BUENA SALUD MENTAL
A menudo escuchamos hablar de la importancia de ser resilientes para afrontar con éxito los vaivenes que nos presenta la vida, pero ¿qué significa exactamente la cualidad de ser una persona resiliente?
La resiliencia es el proceso dinámico que nos permite adaptarnos con éxito a las adversidades que nos vamos encontrando a lo largo de nuestras vidas. Tiene, según diversos estudios, tres componentes esenciales: el apego seguro, experimentar emociones positivas y tener un propósito en la vida.
- ¿Qué es exactamente el apego seguro y por qué nos hace más resilientes cuando somos adultos? Pues bien, esta primera fuente de resiliencia tiene su base en las conexiones que creamos desde pequeños con nuestros padres o cuidadores. La fuente de seguridad, cercanía y tranquilidad que este vínculo nos proporciona en los primeros compases de nuestra vida ha demostrado tener una asociación directa con nuestra capacidad de ser resilientes en nuestra vida adulta.
- En segundo lugar, nuestra capacidad de confiar y querer a otras personas (y las emociones positivas que esto supone) también han mostrado evidencias de tener un importante papel a la hora de determinar lo resilientes que somos. De hecho, numerosos estudios han demostrado que las emociones positivas hacen las veces de capa protectora, amortiguando los efectos que nos generan las situaciones de estrés.
- Por último, tener un propósito en la vida (y esto puede aplicarse a muchos niveles) también ha sido vinculado con una mayor resiliencia en las personas. De forma opuesta a los objetivos que nos marcamos a corto plazo, tener un propósito en la vida nos hace movernos en un nivel superior de experiencia vital, nos ayuda a fortalecer nuestros valores y a diferenciar lo importante de lo secundario.
En la medida en que ser más resilientes nos ayuda a superar los obstáculos que nos vamos encontrando, nuestra salud mental se ve reforzada ante los reveses a los que podamos tener que hacer frente.
NO TE PIERDAS NUESTRO PRÓXIMO TALLER ONLINE
Si quieres aprender a manejar las situaciones de estrés que te presenta el día a día, no te pierdas el próximo taller de Womenalia en el que participamos: “Herramientas para cuidar y proteger tu salud mental.” Este tendrá lugar el próximo miércoles 15 de septiembre a las 12.30 h.
En él contaremos con la doctora Rosa Molina Ruiz, psiquiatra en el Hospital clínico de Madrid y Doctora por la UCM. Duranre el taller se tratará el miedo a la incertidumbre, la indefensión aprendida y se aportarán estrategias para el bienestar emocional, entre muchos otros temas de lo más enriquecedores.