Solsticio de invierno: el simbolismo y las celebraciones de la noche más larga del año

Estamos, al menos en España, muy acostumbrados a celebrar el solsticio de verano, popularmente conocido como noche de San Juan. Pero ¿y el solsticio de invierno? ¿qué maneras tenemos de celebrarlo, cuál es su simbolismo y en qué partes del mundo se realizan festejos en estas fechas?

¿Qué es el solsticio de invierno?

Antes de nada, vamos a la cuestión puramente astronómica. Como ya sabemos, la Tierra gira alrededor del Sol. Cada vuelta le lleva algo más de 365 días. Pues bien, cuando nuestro planeta está a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste es el solsticio de invierno, y ese día se da la noche más larga del año; esto sucede alrededor del 21 de diciembre. A partir de ese momento, las horas de luz comienzan a recuperar minutos hasta llegar al final de la primavera, en que estaremos ante el solsticio de verano y el día habrá alcanzado su máxima duración. A mitad de ese recorrido, alrededor del equinoccio de primavera, cambiamos la hora y recuperamos de golpe 60 minutos.

La palabra solsticio viene de sol (que es exactamente eso, «Sol») y sistere, que en latín significa «permanecer quieto». El solsticio de invierno es, en realidad, un instante que sucede entre el 21 y el 22 de diciembre, pero por extensión se llama así a ese día completo.

¿Qué representa el solsticio de invierno?

Al igual que el solsticio de verano representa la abundancia y la fertilidad, el solsticio de invierno simboliza la renovación, el renacimiento, el momento en el que la luz derrota a la oscuridad y las cosechas comienzan su ciclo. Así lo han reproducido numerosas culturas a lo largo de la historia, que lo han celebrado de maneras distintas. Vamos a ver algunas de ellas.

En el hemisferio norte

  • Japón. Una de las celebraciones milenarias del solsticio de invierno se da en Japón, con el resurgimiento de Amaterasu, la diosa del Sol. Según la leyenda, el hermano de Amaterasy mató al potro del cielo y arrojó la piel en la habitación de su hermana. Fue desterrado, motivo por el cual Amaterasu se encerró en una cueva y el Sol desapareció del mundo. Los dioses hicieron que se viera reflejada en un espejo y decidiera salir, motivo por el que la luz regresa al mundo.
  • Israel. Se celebra Janucá, que es una de las grandes celebraciones hebreas, y sucede algo antes que nuestra Navidad. El festejo dura ocho días (si nos fijamos en el candelabro de nueve brazos, quedan cuatro a cada lado, que representan estos ocho días). Comida, intercambio de regalos y cánticos presiden este festejo.
  • Occidente. Pues la celebración del solsticio de invierno es la más importante de cuantas tenemos en el calendario, porque es ni más ni menos que la Navidad. No solo es una de las celebraciones cristianas más famosas del mundo, sino que representa el nacimiento de Jesucristo. Cuando se creó el calendario juliano, el solsticio de invierno se databa el 25 de diciembre. La Navidad hunde sus raíces en las saturnales romanas, que celebraban precisamente el fin de la oscuridad y el regreso de la luz. También lo hacían con abundantes comidas, y duraba en torno a una semana.
  • El invierno celta, Papá Noel (también llamado San Nicolás) o el Olentzero (en el País Vasco) son otras muchas maneras de celebrar el solsticio de invierno en el hemisferio norte.

En el hemisferio sur

En el hemisferio sur, el solsticio de invierno llega en torno al 21 de junio. Estas son algunas de las celebraciones más destacables:

  • Sudamérica. En el hemisferio sur, en concreto en América, la noche de San Juan también se celebra. Pero obviamente, allí no está asociada a la llegada del verano; se expandió en la época de colonización española y portuguesa.
  • Antiguo imperio inca. Aunque se suprimió allá por el siglo XVI, hasta entonces se celebraba Inti Raymi o fiesta del Sol, en honor al dios del Sol Inti. En aquella ceremonia se ataba el Sol a una piedra para impedir que se escapara. Actualmente se celebra una representación de aquella celebración, esencialmente de interés turístico.