Ponernos en forma y perder algo de peso son los dos propósitos más comunes que nos planteamos cuando se acercan las vacaciones de verano. Es entonces cuando nos entran las prisas por adquirir unos hábitos de vida un poco más saludables.

Y aunque ambos objetivos son de lo más recomendables para conseguir un cuerpo más esbelto, a menudo nos hacen querer tomar atajos que no siempre resultan adecuados para nuestra salud, o que simplemente podrían no ser los ideales para perder peso o estar en forma de manera eficaz y segura.

Dentro de las tendencias más de moda, hacer ejercicio en ayunas suele salir siempre a la palestra bajo la premisa de acelerar el metabolismo y la quema de grasas acumuladas. 

Pero, ¿es realmente bueno hacer ejercicio en ayunas? ¿Es esta una práctica ideal para todo el mundo? En este artículo queremos discernir entre mitos y realidades de hacer ejercicio en ayunas para perder peso.

HACER EJERCICIO EN AYUNAS: ¿BUENO O MALO?

Para no comenzar la casa por el tejado, ¿en qué consiste eso del ayuno? Ayunar significa abstenerse de comer cualquier alimento durante un periodo de tiempo determinado. 

Lo que le interesará saber a las personas que quieren perder peso es si dependiendo de lo que comamos (o dejemos de comer), antes de hacer ejercicio, determina si nuestro cuerpo utiliza unas reservas de energías u otras para poder rendir de manera eficaz al hacer ejercicio: las reservas de grasas acumuladas en las distintas zonas de nuestro cuerpo (lo ideal para perder peso) o las reservas de glucógeno que almacenan nuestros músculos.

La opción más adecuada para quienes quieren perder peso es, lógicamente, la primera. Es decir, aquella que promueve el uso de la grasa acumulada en el cuerpo como principal fuente de energía (de forma que vayamos perdiendo peso progresivamente). 

De hecho, la mayoría de los estudios realizados hasta la fecha están de acuerdo en que, haciendo ejercicio en ayunas (es decir, con el estómago vacío), nuestro cuerpo usará sus reservas de grasas como principal fuente de energía. 

De forma contraria, cuando hayamos comido algo previamente al ejercicio (cualquier comida rica en carbohidratos sería un buen ejemplo: fruta, cereales, pan, etc.) nuestro cuerpo dejará de usar esas grasas como fuente de energía principal para optar por otras fuentes alternativas.

Ahora bien, si se ha demostrado que hacer ejercicio en ayunas fomenta la quema de grasas en el cuerpo, ¿es realmente bueno y recomendable para todo el mundo? Lo cierto es que no necesariamente, y a continuación te explicamos por qué. 

La realidad es que hacer ejercicio en ayunas supone una serie de retos que no todo el mundo tiene la capacidad de superar con la misma facilidad:

  • El rendimiento en cada sesión de ejercicio no será el mismo con el estómago vacío que si lo hacemos después de una o varias comidas energéticas. 
  • Hacer ejercicio con el estómago vacío implica un periodo de adaptación totalmente distinto al habitual y puede hacerse cuesta arriba.
  • Hacer ejercicio en ayunas puede llegar a provocar mareos debido a la bajada de la presión sanguínea.
  • Igualmente, entrenar sin comida en el estómago puede dificultar la ganancia de masa muscular en comparación con quienes entrenan después de una o varias comidas.

Aún así, multitud de personas practican habitualmente ejercicio en ayunas sin tener siquiera un objetivo de perder peso. Pensemos, por ejemplo, en quienes solamente pueden hacer ejercicio a las seis o las siete de la mañana y que, a menudo, prefieren desayunar después de su entrenamiento por una simple cuestión de tiempo. En resumen, si vas a darle una oportunidad al ejercicio en estado de ayunas, recuerda las recomendaciones de los expertos al respecto: opta por un tipo de ejercicio de baja intensidad, recuerda estar bien hidratados y escucha con atención las señales de tu cuerpo si empiezas a sentir más fatigados o mareos de la cuenta.