Nuestra capacidad de establecer relaciones con quienes nos rodean viene dada, en gran medida, por cómo empatizamos con estos, pero también por la sintonía que seamos capaces de hacerles sentir. Es decir, por nuestra simpatía hacia ellos (y lo mismo en sentido contrario). Y aunque guarden relación, empatía y simpatía son términos distintos que conviene saber diferenciar con claridad ya que presentan matices importantes.

Entonces, ¿dónde está la diferencia entre empatía y simpatía?, ¿por qué necesitamos desmarcar un término del otro? En este artículo ponemos a cada uno de estos dos términos donde corresponde.

DIFERENCIAS ENTRE EMPATÍA Y SIMPATÍA

Comenzaremos centrándonos sobre el concepto de empatía, que es aquel cuyo significado presenta por lo general más dudas. La empatía significa ser capaces de experimentar los sentimientos de las personas que nos rodean. La palabra clave en esta definición es experimentar, no solamente entendemos esos sentimientos, sino que conectamos emocionalmente con estos y los sentimos como nuestros. Calan hondo en nosotros y nos hacen recrear una emoción real.

Muchas veces utilizamos la expresión de ponernos en lugar de la otra persona a la hora de expresar lo que es la empatía. Y es una forma correcta de explicarlo: empatizamos con otra persona cuando somos capaces de ponernos en su situación y comprender muy bien lo que está atravesando, hasta el punto de sentirlo en nuestras propias carnes.

Así pues, entendemos la empatía como algo que tiene que ver con nuestra capacidad de entender y compartir las experiencias, los sentimientos y las emociones de otras personas a un nivel profundo.

Por ejemplo, podré empatizar con un joven jugador de tenis que ha visto reducidas a cero sus opciones de ganar un torneo por una torcedura de tobillo. Empatizando con su situación, tal vez recuerde aquella ocasión en que una lesión me apartó de mi deporte favorito, lo que me hace entender muy bien cómo se debe estar sintiendo en este preciso momento: frustrado, dolido o decepcionado. Incluso tal vez se me ponga la piel de gallina al rememorar la sensación de derrota.

En cuanto a la simpatía…

Quizás te sorprenda saber que la simpatía no tiene necesariamente que ver con la risa o con el humor: como Paco es divertido, me resulta simpático. De hecho, si tiramos de la RAE (Real Academia Española) veremos que el concepto de simpatía se refiere a una inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua. Es decir, experimentamos simpatía por otras personas cuando nos sentimos a gusto en su presencia.

Así pues, frente a la empatía donde somos capaces de sentir o experimentar lo que sucede a otras personas de forma profunda, con la simpatía entendemos lo que les sucede e incluso nos hacemos cargo de ello. 

Así pues, quizás sienta simpatía por el joven tenista del ejemplo anterior ya que su carácter y forma de ser me parecen encomiables, pero podré no empatizar con su situación por las más diversas razones. Por ejemplo, si no me gustan especialmente las competiciones deportivas, tal vez me cueste interiorizar el varapalo que para él ha supuesto el hecho de tener que abandonar el torneo. Lo sentiré por él, pero ahí quedará la cosa.

¿POR QUÉ ES BUENO TRABAJAR LA EMPATÍA?

Hay muchos beneficios a nivel personal de trabajar y mejorar nuestra capacidad de empatizar con quienes nos rodean:

  • En primer lugar, la empatía nos permite establecer conexiones sociales con los demás. Al comprender lo que piensan y sentir como quienes nos rodean, somos capaces de responder adecuadamente en las diversas situaciones que puedan darse.
  • Empatizar con los demás tiene un efecto recíproco: la voluntad de ayudar a otras personas es mayor cuando somos capaces de ponernos en la piel de los demás. Y viceversa: adoptando este tipo de actitud, será más probable que los demás hagan lo mismo con nosotros.
  • En tercer lugar, empatizar con los demás resulta un gran ejercicio para aprender a regular nuestras propias emociones. De esta forma, las personas empáticas son capaces de gestionar mejor diferentes situaciones de un alto impacto emocional.

¿Y QUÉ HAY DE LA SIMPATÍA?

Ya hemos apuntado antes que la simpatía implica sentir cierto nivel de sintonía con otras personas, a quienes consideramos agradables y a quienes queremos a nuestro alrededor.

Pero esto no significa que la simpatía no implique al igual que la empatía una conexión a nivel emocional con los demás: también podemos sentir tristeza, pena o compasión por otra persona que está atravesando un mal momento. Pero a diferencia con la empatía, no estaremos experimentando su dolor como si fuéramos nosotros mismos. Esta es la gran diferencia entre la simpatía y la empatía.

Una de las formas más eficaces de mejorar nuestra simpatía hacia los demás está en aprender a escuchar. Así pues, aunque podamos no estar completamente de acuerdo con algo que otra persona nos está diciendo, tal vez es posible que nuestro punto de vista pueda aportarle algo positivo. 

En resumen, si bien los conceptos de empatía y simpatía tienen mucho en común nuestra relación con los demás y en especial, con sus problemas, en el caso de la empatía entraría en juego el corazón, mientras que en la simpatía entraría en juego la razón.