La paternidad y maternidad traen consigo un mar de dudas y preguntas sobre el cuidado de los recién nacidos. Si no, ¡que se lo digan a los padres y madres primerizos! Y en muchas ocasiones, las madres y padres no siempre sabemos detectar esas situaciones que pueden poner en riesgo la salud de nuestros pequeños, como la deshidratación en bebés.

Esto puede ocurrir en los bebés recién nacidos (o en sus primeros meses de vida), y se trata de una situación que los padres y madres debemos ser capaces de reconocer al momento para ponerle la solución adecuada, ya que es más frecuente de lo que pudiera parecer.

Para que sepas todo lo que hay que conocer sobre el efecto de la deshidratación en los bebés, recogemos para ti lo que dicen al respecto los expertos en salud infantil, además de darte las pautas básicas para saber cómo actuar si llegara a darse el caso.

¿POR QUÉ PUEDE DESHIDRATARSE UN BEBÉ?

Recordemos en primer lugar que la dieta de un bebé en sus primeros meses de vida se limita exclusivamente a alimentos líquidos. No resulta extraño, por lo tanto, verlos siempre pegados a un biberón, ya sea de leche o de agua un poco más adelante (a partir de los seis meses de edad, aproximadamente).

La deshidratación del bebé llega cuando el pequeño ha perdido demasiada agua y no ha podido recuperarla todavía con suficiente reposición de líquidos, que será leche si está en sus primeros meses. 

En el caso de los bebés, los motivos para la pérdida de líquidos pueden ser de lo más diversos: los recién nacidos son más propensos a padecer diarrea, a los vómitos, a las fiebres, su metabolismo es muy rápido y, algo obvio, pero no por ello menos importante, ¡no pueden indicarnos cuando tienen sed! Solamente podemos intuir cuándo lo que nos están pidiendo es una buena ración de líquido para saciar su sed.

LEER LOS SIGNOS DE LA DESHIDRATACIÓN EN TU BEBÉ

Afortunadamente, hay una serie de signos que pueden indicarnos cuando nuestro bebé está en riesgo de deshidratación, tal como nos indica la organización Healthy Children:

  • Notamos que sus labios y lengua están más secos de lo habitual.
  • No vemos lágrimas cuando echa a llorar.
  • Han pasado demasiado tiempo sin necesitar un cambio de pañal.
  • Está menos activo o juega menos de lo habitual.
  • Se muestra más somnoliento de lo normal.
  • Le notamos la piel más arrugada de lo habitual.
  • Está notablemente irritable.

Ahora bien, ¿qué podemos hacer para evitar o, al menos, minimizar el riesgo de que nuestro bebé se deshidrate?

CÓMO EVITAR LA DESHIDRATACIÓN EN BEBÉS

Ante todo, no dudes en consultar con tu pediatra en el momento en el que consideres que tu bebé puede estar deshidratado. Dicho esto, hay una serie de pautas que podemos seguir de forma general para reducir el riesgo de deshidratación en nuestros pequeños:

  • Si le estamos alimentando con leche materna, comprobar que nuestro bebé está correctamente enganchado al pecho. Esto podría limitar la cantidad de líquidos ingeridos, o bien podríamos no estar dándoselo el tiempo suficiente para cubrir sus necesidades.
  • Si nuestro bebé está bebiendo directamente de un biberón, deberemos asegurar que las tetinas tienen el tamaño adecuado para su capacidad de succión. Si éstas no fueran las adecuadas, podrían limitar el paso de los líquidos al bebé.
  • Estar muy pendientes de posibles procesos febriles que puedan motivar la pérdida de fluidos.
  • No exponer al bebé a temperaturas demasiado altas que puedan provocar la evaporación de fluidos a través de su piel.

El tratamiento para la deshidratación en los bebés dependerá de diversas variables, como las posibles causas o la edad del bebé. En cualquier caso y pese a estas pautas de prevención, recuerda que será tu médico especialista quien deberá evaluar el problema para definir el tratamiento adecuado.