Han sido unas vacaciones maravillosas, llenas de momentos para el recuerdo y de charlas distendidas disfrutando del verano. Pero a medida que se va acercando el último día de nuestras vacaciones, la idea de volver a la rutina de trabajo empieza a empañar nuestros últimos días de asueto, y empezamos a notar ese agridulce sabor del fin de las cosas buenas.

Se trata del consabido síndrome postvacacional (también referido con frecuencia como depresión postvacacional), y afecta a muchísimas personas cada año. Pero ¿qué podemos hacer para evitar este momento de bajón al final de las vacaciones?, ¿y por qué nos sentimos así cada verano, en primer lugar?

Si en alguna ocasión te has preguntado por qué resulta tan difícil regresar a la rutina después de un periodo de vacaciones, tal vez te interese saber que la depresión postvacacional es una realidad científicamente comprobada. 

¿Y lo mejor de todo? Que hay formas efectivas de lidiar con ella para superarla en menos de lo que canta un gallo.

¿POR QUÉ SENTIMOS ESE MOMENTO DE REPENTINO BAJÓN?

Si recurrimos a la ciencia para explicar la depresión postvacacional, no nos costará encontrar estudios que nos permitan echar una mirada más detallada a este desalentador efecto que solemos experimentar cuando terminan nuestras vacaciones.

Este es el caso de un estudio publicado en 2010, donde tras analizar a más de 1.500 viajeros se demostró que las vacaciones generan en quienes las disfrutan un pico de felicidad durante sus días previos. De hecho, cualquier persona contando los días para la llegada de sus vacaciones podrá dar buena cuenta de lo excitante que son estos momentos en los que ya nos vemos disfrutando de un delicioso pinchito en la playa.

Tratando de poner orden

Lo que también detectó el estudio es que el efecto de felicidad causado por las vacaciones desaparece rápidamente cuando estas llegan a su fin. Es más, solamente unos pocos participantes en el estudio (aquellos cuyas vacaciones fueron más relajadas) experimentaron una sensación de felicidad por más tiempo una vez concluidos sus días de descanso vacacional.

Otros estudios sugieren que el origen de la depresión postvacacional está en nuestro cerebro tratando de poner un poco de orden después de un periodo en que hemos salido de nuestra rutina habitual.

Según la doctora en Psicología Melissa Winberg, la misión de nuestro cerebro en este punto está en irnos haciendo ver que las cosas están a punto de volver a su curso habitual; y está tan comprometido con esta misión que, incluso si nuestras vacaciones no han sido nada fuera del normal (un poco de playa, descanso bajo la sombrilla y poco más), nuestro cerebro exagerará la situación haciendo que el regreso a lo cotidiano parezca mucho más angustioso y deprimente de lo que realmente es.

LO QUE PUEDES HACER PARA EVITAR LA DEPRESIÓN POSTVACACIONAL

La buena noticia es que, lejos de ser una depresión como tal -con unos efectos muy negativos a largo plazo-, el síndrome postvacacional tiene una pronta fecha de caducidad. Aunque en el momento pueda no parecérnoslo, algo en nuestro interior nos dice que, si superamos lo más duro (esos primeros días después de las vacaciones), pronto estaremos otra vez enchufados en nuestra rutina habitual.

¿Cómo hacer frente a la depresión postvacacional?

Si miramos las recomendaciones de los expertos en la materia, ¿qué acciones podemos tener en cuenta para acelerar la vuelta a la felicidad después de las vacaciones?

  • Tomarnos las cosas con paciencia (y una buena dosis de filosofía): se han acabado las vacaciones, ¿y qué? Las hemos disfrutado como hemos querido y eso nadie nos lo va a quitar. Igual que hay tiempo para el descanso y la diversión, también debe haber tiempo para el trabajo (¡qué remedio!).
  • No tardar en hacer planes que alivien la vuelta a la normalidad: la interacción social después de las vacaciones puede ser el empujón que mejor te venga para volver a coger la sartén por el mango. ¿Algún amigo/a está también de vuelta de sus vacaciones? ¡Haced tándem mirando hacia el futuro con optimismo!
  • Recuperar los buenos hábitos previos a las vacaciones: dado que solemos aprovechar las vacaciones para flexibilizar nuestras rutinas alimenticias, de ejercicio, etc., volver a la rutina suele hacerse aún más cuesta arriba que nunca. Por eso resulta recomendable agarrar el toro por los cuernos y motivarnos para volver a nuestros buenos hábitos cuanto antes. De esta forma no estaremos procrastinando eternamente la vuelta a la realidad.

Incluso también puede ser efectiva la estrategia de no cortar de raíz con nuestras actividades habituales cuando estamos de vacaciones, de manera que no nos sintamos empezando otra vez desde cero cuando estas dan con su fin. 

¿Seremos capaces este verano de ganarle el pulso a la depresión postvacacional? ¡Seguro que sí! En cualquier caso, lo mejor es disfrutar de las merecidas vacaciones y no darle muchas vueltas a la perspectiva de la vuelta a la normalidad.