No hay nada que más temor cause a los nuevos padres y madres que su bebé tenga un episodio de convulsiones febriles. Lo que deben saber, en primer lugar, es que, por lo general, se trata de reacciones benignas más impactantes para los propios padres que para los pequeños que las presentan.

Aún así, es importante saber cómo proceder en caso de que nuestros hijos tengan una convulsión febril. En este artículo recopilamos las circunstancias que pueden causar las convulsiones febriles en los niños, junto con las pautas que recomiendan los expertos para actuar si llegara a darse el caso.

¿QUÉ SON LAS CONVULSIONES FEBRILES EN LOS NIÑOS?

Según recoge el portal médico Medline, una convulsión febril es un proceso de convulsión que se desencadena en el niño a partir de la fiebre causada, por ejemplo, por un virus como puede ser un resfriado común.

Estos episodios pueden presentarse cuando el niño presenta fiebre alrededor de los 38º y, por lo general, tienen lugar desde los seis meses de edad hasta los cinco años. Estas son más frecuentes de lo que puedas imaginar, ya que afectan a alrededor del 4% de los niños.

La convulsión en sí es la respuesta que genera el cerebro del pequeño ante ese cambio repentino de temperatura, tanto en una subida como en una bajada, en ambos casos, de forma abrupta. 

Lo que puede resultar más llamativo es que las convulsiones febriles suelen aparecer en los primeros picos de fiebre, cuando el niño aún no presenta síntomas muy evidentes de estar enfermo, por lo que muchas veces resulta totalmente inesperado para los padres.

En general, resulta fácil reconocer una convulsión febril en los movimientos bruscos de brazos y piernas, junto con una pérdida de conocimiento del niño que puede durar varios minutos. Eso sí, no es de extrañar que estos minutos se conviertan en los más largos de los padres y madres que llegan a vivirlo en alguna ocasión.

Por otra parte, los estudios indican que uno de cada tres niños que han experimentado una convulsión febril volverán a experimentarla más adelante. Este dato puede ser importante para los padres, ya que querrán estar preparados para un posible episodio de convulsiones en un siguiente proceso viral del niño.

Finalmente y respondiendo a una de las preocupaciones lógicas de todo padre y madre cuyo hijo/a ha tenido una convulsión febril, los expertos indican que esto no implica necesariamente un riesgo mucho mayor de padecer epilepsia en la vida adulta, que en el caso de los niños que nunca han tenido convulsiones febriles.

CONVULSIONES FEBRILES EN NIÑOS: CÓMO ACTUAR

Según recoge el portal médico KidsHealth, si nuestro hijo/a presenta un episodio de convulsiones febriles deberemos:

  • Tratar de mantener la calma, por muy difícil que pueda resultarnos. Aunque la situación nos resulte alarmante, deberemos mantener los nervios a raya y pensar que en unos minutos todo habrá pasado.
  • Colocar al pequeño recostado sobre un lado, en un lugar donde no pueda caerse o lesionarse. De esta forma podrá vomitar sin obstruir sus vías respiratorias, si llegara el caso.
  • Comprobar si presenta dificultades para respirar, por si algún objeto estuviera obstruyendo su respiración.
  • Tratar de registrar el tiempo que dura la convulsión, un dato que los médicos querrán conocer para evaluar el episodio. 
  • Llamar al 112 para que un equipo médico pueda evaluar al pequeño una vez concluya el episodio de convulsiones febriles.

Una vez hayan cesado las convulsiones, deberemos contactar con nuestro pediatra de inmediato para informarle del episodio y que éste pueda estudiar nuestro caso y decidir cómo proceder.