Al igual que sus atareados padres necesitan relajarse de tanto en tanto, los niños también tienen que aprender a relajarse para un correcto desarrollo en sus primeros años de vida. De hecho, ya desde bebés empezamos a enfrentarnos a la tarea de relajarnos para ser capaces de dormir sin la necesidad del acompañamiento de nuestros padres. 

En los siguientes años de juventud, aprender a relajarse ofrece multitud de beneficios para los más jóvenes, desde una mejora en el aprendizaje hasta fomentar la concentración, entre muchos otros.

En este artículo vamos a profundizar sobre la importancia de la relajación en los niños y algunas de las técnicas más útiles para conseguirlo.

ANSIEDAD EN LOS MÁS JÓVENES: UN TRASTORNO FRECUENTE

Comenzaremos recordando que los trastornos de ansiedad son muy frecuentes en los más jóvenes, con una prevalencia que diversos estudios sitúan alrededor del 4%. Así lo afirman los datos publicados en el reciente informe de 2019 referido por Infocop (el Consejo General de la Psicología en España) y publicado por el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute).

Algunas de las estadísticas más destacables en este informe dan buena cuenta de la magnitud y el alcance de los trastornos de ansiedad entre la juventud:

  • La tendencia va en ligero aumento, habiendo pasado del 3,5% al 4,1% en la última década.
  • La ansiedad en las edades comprendidas entre los 6 y 17 años pueden verse reflejadas en los primeros años de la vida adulta. Tanto es así que el 20% de estos niños pueden experimentar problemas derivados de la ansiedad en los años previos.
  • O la frecuente asociación de los trastornos de ansiedad con diversos problemas médicos como el asma, afecciones en la piel e incluso alergias.

Por otra parte, se trata de algo a menudo difícil de identificar, dado que lo que puede tomar forma de un trastorno de ansiedad es ocasionalmente una serie de reacciones normales en la evolución del niño.

TÉCNICAS DE RELAJACIÓN PARA NIÑOS QUE DEBES CONOCER

Igual que les sucede con frecuencia a los adultos, los niños también pueden sentirse superados ocasionalmente por el estrés de situaciones que creen estar fuera de su control. Para ayudarles a reconducir la situación y regresar a unos niveles normales de tranquilidad, existen diferentes técnicas de relajación que podemos enseñar a los más pequeños:

Enseñarles a ejercitar la respiración profunda

Como indica la doctora Ana María V. del Connecticut Children’s Medical Center, los niños pueden aprender a controlar su ansiedad y relajarse a través de su propia respiración. 

Es lo que se conoce como respiración profunda o diafragmática (belly breathing, en inglés). Se trata de una técnica de relajación comúnmente conocida como “respirar con el estómago”, y es un tipo de respiración consciente para la que necesitamos cierta concentración que puede acarrear grandes beneficios a nivel físico y mental.

Para llevarla a cabo, pediremos al niño tumbarse en una superficie plana cómoda y poner su mano sobre el estómago. A continuación, deberá inspirar lentamente, tratando de expandir su estómago como si se tratara de un globo inflándose lentamente y soltando el aire a continuación de forma progresiva. 

Se trata en todo caso de evitar la respiración torácica (es decir, que sea el pecho el que se expanda, en lugar del estómago).

Animarlos a hacer ejercicio

Numerosos estudios realizados hasta la fecha han demostrado los beneficios de la actividad física regular incluyendo actividades como caminar, andar en bicicleta, jugar baloncesto o salir a correr no solo para la salud física de los niños, sino también para su salud mental. Así que, como técnica de relajación para niños, darles la oportunidad de desfogarse haciendo el ejercicio que más disfruten es una opción también recomendable.

Realizar con ellos actividades que disfruten

Esta tercera técnica de relajación para niños puede abarcar desde ejercicios tales como juegos de relajación para niños y cuentos, hasta ejercicios de juego de roles o escribir sobre la ansiedad que esté teniendo lugar. Todas estas técnicas están recomendadas por la AEPAP (la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria), así que cuentan con el correspondiente respaldo médico.